El déjà vu y los sueños premonitorios

En general, todo el mundo ha experimentado un déjà vu. Se trata de esa sensación de familiaridad mezclada con extrañeza que surge en ocasiones ante una situación que creemos haber visto (déjà vu) o vivido antes (déjà vécu). Hay referencias literarias de siglos pasados que demuestran que no se trata de un fenómeno reciente. Sin embargo, debido a la dificultad para reproducir el fenómeno bajo condiciones regladas en un laboratorio, no hay demasiadas investigaciones al respecto.

En cualquier caso, la comunidad científica desmiente la existencia del déjà vu en tanto lo consideremos como una prueba de la reiteración de una vivencia del pasado o una evidencia de la existencia de los sueños premonitorios.

Déjà vu y déjà vécu

Para la ciencia ortodoxa, la sensación de déjà vu se produce por un solapamiento entre los sistemas neurológicos de la memoria a corto plazo, es decir, la percepción del presente, y los de la memoria a largo plazo, es decir, la percepción del pasado. No es más que un retraso fortuito en la impresión sensorial, de manera que cuando finalmente se produce la recepción del estímulo, la memoria ya lo ha registrado. Y es ahí donde se produce el conflicto.

En realidad, cuando se habla de déjà vu, solemos referirnos al déjà vécu. La diferencia entre uno y otro es que el déjà vécu no sólo se limita a una percepción visual, sino que la sensación contiene gran variedad de detalles, reviviendo en apariencia algo ya vivido, aun brevemente, de manera integral.

Déjà visité

El déjà visité (ya visitado) es un fenómeno menos habitual que describe la familiaridad de un individual al visitar un lugar nuevo, como si ya hubiera estado allí antes. De este modo, es capaz de encontrar el camino a través de las calles de una ciudad desconocida, consciente de que es imposible que tenga ese conocimiento. Para explicarlo, se han manejado conceptos como los sueños, la reencarnación e incluso el viaje astral o extracorporal como explicaciones a este fenómeno. Los más escépticos afirman que leer la descripción en detalle de un lugar puede provocar esta sensación con más probabilidad cuanto más tiempo transcurra en visitarlo. Jung trató este tema en Sobre sincronicidad (1952).

La diferencia entre el déjà visité y el déjà vécu estriba en la dimensión en la que ocurran: en el déjà visité el reconocimiento es de índole espacial y geográfica, mientras que en el déjà vécu es temporal y secuencial.

El déjà vu en los trastornos psicológicos

Estudios científicos han hallado déjà vus en pacientes de esquizofrenia y ansiedad, pero es la epilepsia del lóbulo temporal la patología donde más incidencia existe. Esto ha llevado a pensar que el déjà vu sea una incoherencia en las conexiones sinápticas de las células neuronales del cerebro.

El déjà vu y la premonición en los sueños

Relacionado tradicionalmente con la clarividencia, la precognición, la percepción extrasensorial o la reminiscencia de vidas anteriores, hay quien afirma que el déjà vu es el recuerdo de sueños olvidados que contienen elementos comunes al momento de la vigilia en que se produce.

Si los tomáramos como manifestaciones reales fuera de toda duda, hay dos aspectos que distinguen el déjà vu y los sueños premonitorios.

1. Mientras que los sueños premonitorios somos capaces de recordarlos y hacerlos conscientes antes de que el episodio profetizado tenga lugar, el déjà vu es inconsciente, es decir, no lo traemos a la consciencia hasta que el hecho «ya visto» se produce.

2. Implicación lógica de lo anterior, el déjà vu es pasivo, revelado e inalterable; el sueño premonitorio, en cambio, es activo, lúcido y variable.

El mundo como proyección mental

Pero no nos limitemos sólo a los sueños: cualquier visión, cualquier pensamiento, cualquier deseo que moldeamos en nuestra mente es susceptible de hacerse real. Hemos fantaseado mil veces con el devenir de nuestras vidas. Hemos imaginado, entre múltiples opciones posibles, las opciones más deseables, limitados, eso sí, por nuestras circunstancias. Cada momento de nuestra existencia fue antes un proyecto al que confiamos nuestro tesón, y previamente fue un pensamiento concreto, entre muchos otros, que hizo fortuna. Y de repente, ese pensamiento es una realidad tangible. ¿Por qué no pensar que nuestra consciencia, exenta de límites, puede construir un futuro a nuestra medida?

Imagen de portada: ‘Una noche de verano’, de Albert Joseph Moore (ca. 1887).

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